lunes, 2 de marzo de 2015

LAS VIVIENDAS ROMANAS (Claudia)



Viviendas romanas:
Domus:

Era una casa unifamiliar romana donde vivían familias con mucho dinero.
Partes de la domus:

La Domus está formada por diferentes partes y zonas:

-Atrium: era el espacio central de la casa romana. Directamente debajo de la azotea se encontraba  un impluvium para coger el agua de lluvia.

-Cubiculum: dormitorios amplios y con grandes ventanales.

- Culina: cocina; cuarto pequeño, oscuro, mal ventilado.

-Lararium: cavidad destinada al culto doméstico. Se hacían ofrendas.

-Peristylium: jardín de la casa. Patio abierto rodeado por columnas.

-Tablinum: era una especie de archivo donde guardaban todos los documentos y el dueño la utilizaba como sala de audiencias y reuniones con personas no pertenecientes a la familia.

-Triclinios: eran salas en la que los romanos cenaban, tendidos en unos divanes ligeramente inclinados y apoyándose en almohadones. 


 Villa:

A partir del s. II a.C, el centro de la actividad agraria fue la villa, un segundo tipo de residencia, propio también de familias pudientes, que se encontraba a cierta distancia de lugares poblados, en terrenos cultivables. Su característica principal es lograr ser prácticamente autosuficiente económicamente; contaba con tres partes diferenciadas:

Fructuraria: la zona de almacenes, cantinas, cocinas y hornos;

Rustica: la zona de alojamiento de esclavos y establos;
  
Urbana: residencia del dueño, que solía seguir la estructura de la domus;
























Ínsula:

Las ínsulas son un tipo de casa urbana popular, en comparación con las domus, eran poco confortables, oscuras y pequeñas. Es el precursor de nuestros edificios de viviendas actuales. Para aprovechar el espacio de las ciudades, se proyectaron construcciones de hasta cuatro pisos. En la planta baja se abrían tiendas y en las superiores, apartamentos de varios tamaños. Todas las estancias comunicaban con un patio central comunitario adornado con fuentes o jardines. Al exterior, daban ventanas y balcones.

Las fachadas eran de ladrillo visto, dispuestos de manera muy ordenada.
Estos edificios tenían en los primeros pisos tiendas, tabernas. Eran construcciones de ladrillo y madera, y se desplomaban con gran facilidad debido a los materiales con las que habían sido construidas.

En el interior de cada cenáculo había muy poca iluminación: los grandes muros tenían pocas ventanas desprotegidas. Por esta razón, en las insulas hacía frío, ya que éstas, a diferencia de las villas y las casas rurales, no disponían de calefacción central ni tampoco de chimeneas, por lo que debían calentarse de una manera muy rudimentaria con braseros caseros, que eran peligrosos debido al riesgo de incendios. No tenían agua corriente ni retrete y las habitaciones, de pequeñas dimensiones, solían utilizarse para todo uso. Los inquilinos debían ir a recoger agua diariamente a las fuentes más cercanas y debían limpiar sus letrinas ellos mismos o bien acudir a los baños públicos. En el caso que las personas más pobres no quisieran pagar el “as”que costaba pagar por el uso de las letrinas públicas, podían hacer uso de las tinajas de los talleres de los bataneros que eran gratuitas y que necesitaban la orina para sus trabajos, o bien directamente hacerlo en el estercolero más próximo, aunque no es raro encontrar a gente que tiraba por la ventana sus orines.
La decoración interior era austera.








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